Ahorre 10% en su primera compra! Adquiera nuestros libros con 10% de descuento!

Toribio Peña Jáquez explicó en 1973 las razones por las que se separó de la guerrilla de Caamaño

Por: Alejandro Paulino Ramos

Han pasado cincuenta años de la expedición armada comandada por el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó conocida como la Guerrilla de Playa Caracoles. La noche del 2 de febrero de 1973, procedentes de la isla de Cuba, lugar en el que el Coronel de Abril se adiestró junto a los suyos durante cinco largos años, el reducido grupo de guerrilleros que lo acompañaron desembarcaron por Playa Caracoles, distantes a algunos kilómetros de la ciudad sureña de Azua de Compostela. La operación inicial, con la que la columna guerrillera buscaba adentrarse en territorio dominicano y alcanzar las montañas de la Cordillera Central, estuvo marcada por detalles incidentales que terminaron por poner en peligro las vidas de los integrantes de la columna insurgente, y al final, formaron partes importantes de las causas que llevaron al fracaso la expedición guerrillera. Uno de esos detalles, aunque no la primera eventualidad, lo fue el abandono o el extravío del guerrillero Toribio Peña Jacquez, quien en junio de 1973, encontrándose ya fuera  de República Dominicana, narró al periodista Freddy Antonio Cruz, del periódico El Nacional, lo que aconteció a partir de la noche del 2 de febrero de 1973. (Alejandro Paulino Ramos).

Guerrilleros salieron de la isla de Cuba y viajaron por las Antillas menores

El Texto completo de la entrevista a Toribio Peña Jacquez sobre la Guerrilla de Playa Caracoles

“Entrevista con Peña Jáquez    en Caracas” en 1973.Texto de la entrevista al ex guerrillero Toribio Peña Jáquez, por el periodista Freddy Antonio Cruz, de El Nacional de ¡Ahora! La entrevista se produjo  antes de Peña Jáquez partir hacia Santiago de Chile, junto a sus hijos y esposa*:

P. Toribio Peña Jáquez, ¿tuviste algún contacto con tus compañeros de insurrección después de que te apartaste de ellos?

R. No, no tuve ninguno porque, al extraviarme, jamás volví a saber de ellos.

P. ¿Entonces tú atribuyes a eso el hecho de que no participaras en los combates que hubo en las lomas de San José de Ocoa?

R. Claro, porque si yo hubiera tenido algún contacto con ellos trato de llegar hasta donde se encontraban mis compañeros, a pesar de que yo llegué a la ciudad por varias razones; por ejemplo, al yo extraviarme, pues los compañeros se llevaron los equipos de topografía traté de llegar a la ciudad para conseguir ese tipo de material, al mismo tiempo que creía que tenía un buen botín político con las personas que agarré en el camino, al mostrarme los carnets, y esa cosa creía que tenía algo que podría canjearlo a ellos por algo o más bien por presos políticos.

P. ¿Peña Jáquez, después que viaje a Chile contempla viajar a Cuba?

R. Bueno, hasta ahora no lo he pensado, no sé si algún día me resuelva llegar por allí, pero te aseguro que hasta ahora no tengo pensado hacerlo.

P. ¿Entonces podría decir ¿Cuáles son tus planes inmediatos una vez llegues a Chile?

R. Bueno, en Chile pienso trabajar; voy a tratar inmediatamente de con- seguir trabajo.           

P. ¿Cómo explicas tu que informaras a la ciudadanía la presencia del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó y del grupo de insurgentes al pueblo, después que el líder constitucionalista había muerto, si habías señalado que habías venido (a Santo Domingo) específicamente en misión especial a participar en el caso?

R. Bueno, ahí hay una razón; en el momento político en que se estaba viviendo y bajo la confusión que estaba, yo no podía más que levantar la moral del pueblo; había una confusión muy grande que ustedes (los periodistas) que ustedes se habrán dado cuenta y en vez de bajar la moral del pueblo, lo que había que hacer era subirla. Si yo, por ejemplo, digo que está muerto (el coronel Caamaño Deñó), la moral del grupo caía más, se hundía. Y en esos momentos lo que yo tenía que hacer era subir la moral del pueblo, que es una cosa que se usa en la guerra y como estábamos en guerra, entonces yo usé esa forma de tratar de levantar la moral del pueblo, no solamente para tratar de quitar un poco la confusión, sino también para los compañeros que estaban vivos todavía, pues se sintieran apoyados y supieran, principalmente, donde me encontraba.

P. Peña Jáquez, en una carta que usted envió a los medios informativos señalaba que el grupo de expedicionarios había sido traicionado, ¿podría usted decir por quién y por qué Claudio Caamaño desmintió la especie y lo mismo hizo el ingeniero Hamlet Hermann?

Los compañeros de Peña Jacquez no sabían de su paradero

R. Yo no recuerdo haber dicho que el movimiento haya sido traicionado, porque nosotros no vinimos aquí (a la República dominicana) pensando en nadie. Ahora, después de llegar a Santo Domingo yo tuve algunos contactos y en esos contactos se llegó a decirles a ciertas personas influyentes que había- mos llegado, verdad, pero tampoco yo podía decirte que ellos tenían que hacer lo que a nosotros se nos antojara, si ellos veían que no era así.

P. ¿Entonces, a qué atribuyes el fracaso del movimiento guerrillero que operó en las lomas de San José de Ocoa?

R. Bueno, sobre ese particular, el fracaso se debió a muchas cosas, principalmente la confusión que tenía el pueblo; éramos muy sensibles nosotros, muy pocos, a pesar de que nosotros no veníamos con una lucha de dos días; nuestra responsabilidad cae sobre nosotros, porque no podemos pensar que nadie podía hacer las cosas sin tener una cierta seguridad, y yo creo que nosotros responsablemente somos los culpables de lo que intentamos hacer. Pero

yo creo que el fracaso nuestro se debió en parte, como dijo el compañero Claudio Caamaño, a la cuestión de abastecimiento y esas cosas. Nosotros veníamos con miras para una etapa distinta y nos resultó, según ellos dicen, fatal. Yo desconozco lo que le pasó a ellos en las lomas, porque yo no participé con ellos, por el extravío, es decir, que ya “ellos” (no dijo a quienes se refería) habían abundado sobre el tema, porque ellos sí podían abundar bien, porque yo no participé en las lomas, o sea que yo no puedo dar una amplia explicación sobre el fracaso del foco insurreccional.

P. ¿Antes de producirse el desembarco, algunos de los miembros de la insurrección hicieron contacto con algún grupo político ya contaba con su apoyo?

R. Que yo sepa, no, además yo lo que soy es un combatiente; ya eso serian cosas de la dirección del movimiento.

P. Peña Jáquez, ¿cree que el pueblo no “correspondió” en los días que operaba el movimiento guerrillero?

R. Bueno, el pueblo tenía una gran confusión, a pesar de que con todo y confusión, no correspondió en nada, no solamente el pueblo, sino sectores que podían haber impulsado algo, y no lo hicieron.

P. De acuerdo con declaraciones de su compañero Claudio Caamaño Grullón,

¿Usted se separó del grupo de playa Caracoles para regresar al yate a buscar el resto de sus compañeros y desde ese momento no volvieron a tener noticias suyas, ¿qué sucedió esa noche, y por qué no regresó al punto convenido?

R. Cuando salí después de dejar al grupo de compañeros, cuando salgo a buscar el resto de granada en el yate alrededor de unos cuarenta o cincuenta metros de la playa, el motor se me apagó inesperadamente; el oleaje estaba muy fuerte, muy oscuro, y bregando para encender el motor, que se había apagado bruscamente, parece que el oleaje me sacó de dirección y cuando enfilé al punto que era una estrella brillante que yo había tomado, que me había señalado Claudio Caamaño tomé una estrella brillante, pero no era la que yo había tomado, entonces perdí el punto de dirección, o sea de referencia y avancé sobre esa estrella, y me dii cuenta que no era ella cuando llegando cerca de un pueblito, que hay a la derecha, cuando uno viene entrando de la bahía que estaba pasado como del yate: pensé que estaba pasado; entonces sabiendo el inconveniente que hay de buscar un objeto en lo oscuro o buscarlo

El guerrillero Toribio Peña Jacquez en 1973

sin ningún equipo topográfico, entonces lo que hice fue virar para la playa a buscar uno de los compañeros que estaba en la playa, no obstante de coger para la playa, zigzagueando a ver si chocaba, como creía que estaba pasando con barco; entonces llegué a la playa y resulta que según Claudio, donde yo desembarqué fue muy distante de ellos; me cansé de buscar por todos esos sitios y no los hallé; al no encontrar a los compañeros, yo creo que ellos han avanzado; entonces para informar de lo que me había pasado salgo de atrás de ellos como un caballo en la oscuridad. Cuando sigo buscándolos a ellos, que paso por dentro de la maraña, no estoy pensando en punto ni nada de eso, sino que encontrarlos a ellos y avanzo, y cada sonido que oía le daba señales sonoras, pero que va, no pude localizarlos; entonces pensando me voy otra vez para la playa; ¿qué hago, voy a empezar a loquear en el mar?; pero cuando intento regresar a la playa me perdí, la oscuridad era tan fuerte que no hallé modo de llegar a la playa; entonces pensando que en esa oscuridad y algunas variantes que había dado el compañero Román (este era el nombre de guerra del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó) que era una de ellas de que los compañeros levantaran la vela y llevaran el bote a la orilla, a encallarlo lo más cerca y ahí hicieron el desembarco ellos sino podía irse a buscar.

Me fijé en el sitio en que estaba perdido y me puse a pensar que ya para ese tiempo, eran como las doce y media de la noche (del dos de febrero), ya ellos habían hecho lo que se les había trazado; entonces en un momento dije que suena un vehículo; entonces me pongo a ubicarme donde me queda la carretera, porque había, según veníamos conversando en el yate, sin darnos directamente una línea a seguir, dónde juntarnos, pero sí se comentó de que íbamos a juntarnos a tomar un vehículo, y que cogeríamos al chofer de ese vehículo quitarle el vehículo o forzar al chofer a que nos llevara a partir del llano, que hay una distancia del llano bastante amplia, entonces íbamos a montarnos en un vehículo, a subir a romper el llano y subir a la loma: entonces yo pienso que debo irme al entronque, y salgo para allá, orientándome del ruido de los ríos, hasta que salí a la carretera, como a la una y media de la noche.

P. Entonces, Peña Jáquez, ante esas dificultades, ¿Cuáles fueron los próximos pasos que diste?

R. Bueno, cuando estoy en la carretera, yo salgo al lado de un puente, que está cerca de un pueblito, por la carretera que va para Azua; yo salgo y me encuentro también con una casita construida de madera y cuando avanzo

empiezan unos perros a ladrar de la casita, unos perros que yo había oído ladrar anteriormente y pensé que les ladraban a los compañeros y más por eso avancé por esa dirección, pensando que los perros les ladraban a los compañeros y pensé poderlos alcanzar, y resulta que la casita estaba al borde de la carretera, cerca del pueblito y era ladrándole a unas gentes que venían por el puentecito; entonces yo al ver de lo oscuro, me pongo a observar y veo a la gente que viene cruzando, al ver los ladridos de los perros, yo lo que hago es que me retiro a un kilómetro del lugar, y empiezo a correr por la maraña y me tiro al borde de la carretera; ahí me coloqué en un lugar que tiene la forma como de un terratencito y me dijo por ahí a esperar a ver si llegaban los compañeros, pero ya lo que se hablaba era llegar a la carretera, y agarrar el primer vehículo que pasara y salir; entonces yo pienso virar otra vez para la playa como me sentía con la cuestión de haber dejado a los compañeros, pero ya en ese punto yo podía ubicarme por dónde estaba la playa, entonces intento coger por ahí para la playa; pero que va, no pude, la maraña era muy fuerte.

Mis intentos que por caminar por ahí motivaron infecciones en mis piernas. Entonces, al no poder romper la maraña y haciéndose tarde, lo que pienso, bueno lo que voy a hacer lo que íbamos a hacer todos, voy a tomar un vehículo y voy para partir para la loma, y ahí es cuando me sucede que cuando pasa el vehículo y mando a pararlo con el fusil en la mano y no se para en el momento, pero entonces yo hice ademán y me le tire casi encima con el fusil, entonces paró de golpe y yo salí corriendo y se paró un poco retirado, lo encañoné e hice salir a los ocupantes del vehículo.

Había una señora, que creo era norteamericana, que no quería apearse del vehículo, los otros ocupantes se bajaron, que eran tres hombres; yo ordené nuevamente a la señora que bajara —me dijo que era una pastora evangélica— pero se bajó. Entonces cuando ya todos habían bajado, los miré, lo mismo hice con el vehículo a ver si llevaban armas, porque a lo oscuro no sabía qué clase de vehículo era.

Después los registré y entonces me enseñaron unos carnets de pastores evangélicos. Al ver que los carnets eran americanos, pienso que yo con ese vehículo puedo llegar a la ciudad y entregarles a los Comando de la Resistencia esas gentes y luego regresar en ese mismo vehículo y juntarme con los compañeros y al mismo tiempo aprovechar para conseguir una brújula para orientarme en la montaña.

Esposa de Peña Jacquez tenía dudas sobre su paradero

Entonces llego a la ciudad y de ahí empiezan toda… y empiezo a tratar de hacer contacto con los compañeros (de los Comandos de la Resistencia). Yo llegué de tres y media a cuatro de la mañana a la ciudad. A esa hora logré tener contacto con uno de los compañeros de esos grupos. Hice contacto con él, y entonces me dijo que no podía citarme para esa hora, porque se había chequeado y me cito entonces para las seis y media de la mañana del día siguiente (o sea del tres de febrero) y le dijo que estaba bien, aunque le advertí que los planes que tenia se me podían dañar. Entonces me dijo que no podía ir al lugar donde me encontraba, pues acepté, pensando en que todavía no se iba a descubrir lo nuestro y pensando también en tener tiempo de reunirme con los compañeros.

P. Peña Jáquez, ¿tus estimas que si en lugar de nueve los expedicionarios hubieran sido treinta o cuarenta, el resultado hubiera sido distinto?

R. Claro, hubiera sido bastante distinto.

P. Después de lo acontecido, ¿crees aun posible la utilización del método guerrillero en las condiciones concretas de la República Dominicana?

R. Claro, Claudio Caamaño lo demostró. Este compañero lo demostró que el método guerrillero sirve, y yo creo en él.

P. Toribio Peña Jáquez, ¿podrías tu hacer un recuento de tu clandestinidad?

R. Bueno sobre lo que me preguntas de cómo me desenvolvió en mi clandestinidad en Santo Domingo, yo seguido hice contacto con los compañeros de los Comandos de la Resistencia; estuve bajo la seguridad de ellos; ellos se encargaban de moverme para donde quiera que fuera, es decir, que cuando yo iba para algún lugar, los Comandos de la Resistencia se encargaban de darme la debida protección y hacer los arreglos necesarios.

P. ¿Crees tu, Peña Jáquez, que los Comandos de la Resistencia correspondieron con el movimiento guerrillero?

R. Bueno, dentro del marco de ellos, verdad, ellos hicieron lo que podían, a pesar de que se podía haber hecho un poquito más, pero no puedo quejarme, ¿porque hasta la fecha estoy vivo, no?, ¿verdad? y hasta el momento que cogí el asilo estuve bajo su protección. Yo nunca me separé de ellos.

P. Peña Jáquez, ¿por qué esperó tantos días en la ciudad antes de dar sus declaraciones? ¿No considera que hubiera sido más útil si lo hace de inmediato?

R. Al segundo día de yo llegar a la ciudad les pedí a los compañeros que debíamos hacer una declaración para quitar un poco de la confusión que había. Al yo no poder regresar, por razones que les concedí a ellos, que analizaron y me dijeron que era difícil ya yo salir a esa hora y que ese vehículo a lo mejor al no llegar esas personas a su destino andaban atrás de ellos, que lo mejor era preparar un grupo de compañeros para que se fuera conmigo. Entonces mirando que yo dar esa declaración en ese momento se me iba a poner difícil subir con un grupo de compañeros a reforzar a los compañeros y entonces conversando con ellos mismos se fue aguantando un poco para hacer la declaración, aunque se pensó hacerla pronto; lo que pasa que fue muy corto el tiempo cuando hubo el choque de la muerte de los compañeros. No nos dio el tiempo suficiente para preparar el grupo de compañeros y subir (a las lomas) y presentar apoyo.

P. Peña Jáquez, ¿tú tienes alguna opinión sobre la muerte del ex coronel Caamaño Deñó?

R. Yo creo en mis compañeros Claudio y Hamlet. Para mí, es tal y como ellos dicen. Los compañeros Hamlet y Claudio yo siempre he tenido afecto, no solo con ellos, sino con el grupo que vino con nosotros, que era un grupo depurado. No creo que ellos mienten, es cierto lo que ellos dicen. Estoy seg ro de que si Claudio y Hamlet dijeron que el ex coronel Caamaño Deñó fue hecho preso, herido, pero con vida, y posteriormente fusilado, es cierto.

Columna guerrillera que acompañó a Caamaño en la expedición de Playa Caracoles

P. Podrías tu informar de ¿dónde salió el grupo de guerrillero que desembarcó por playa Caracoles?

R. Primeramente se pensaba salir de Antigua, pero hubo inconveniente de entrada para algunos de los compañeros por falta de visado y el yate que estaba en Antigua los compañeros lo llevaron a una playa cerca de Guadalupe, en las afueras de Guadalupe y embarcamos de ahí.

P. Peña Jáquez, se ha dicho que el movimiento guerrillero contaba con el apoyo del primer ministro Fidel Castro.

R. Bueno, como te dije hace un rato, yo soy un combatiente, ya eso es cuestión de la dirección, pero yo particularmente creo que nosotros los que

salimos para Santo Domingo fue bajo nuestra responsabilidad no bajo la responsabilidad de nadie.

P. El gobierno dominicano te ofreció dinero antes de tu salir del país, y en caso de que te lo hubiera ofrecido, ¿lo hubieras aceptado?

R. Ni me ofreció ni recibí ayuda de nadie; nosotros vendimos hasta una chancleta vieja para cubrir los gastos del viaje de mi señora; la familia de mi señora y la mía, con lo poco que pudieron, nos ayudaron, más con las pocas cosas que nosotros teníamos completamos algo y sabemos que vamos a pasar un poco de trabajo, porque sabemos que andamos con muy poca cosa.

Hay una cosa, en caso de que gobierno me hubiera ofrecido dinero yo lo hubiera aceptado. Por ejemplo a Hamlet se le ofreció, o se le dio dos mil pesos, él los devolvió; él tendría sus razones, yo me aparto de lo de Hamlet, pero vuelvo y te repito que él tendría sus razones. Ahora yo te digo una cosa, a mí el gobierno me hubiera ofrecido dinero, como le dio a Hamlet, y sinceramente yo te digo que yo se lo acepto, pero haciendo ver que él (el gobierno) no me está dando ningún dinero, sino que está haciendo una devolución mínima de nuestro dinero, que se cogieron ellos, porque ¿dónde está el dinero que ellos se han cogido? se lo devolvieron a Hamlet, a Claudio? ¿Por qué no lo publican? Es decir que ellos lo que están haciendo es devolver un dinero que es nuestro, no es regalando un dinero; el gobierno no le regala dinero a nadie; eso está claro; si a mí me hubieran ofrecido dinero, lo acepto no una vez, sino mil, pero le hago ver al pueblo que no es un dinero que el gobierno me está dando, sino un dinero que el gobierno devuelve, una mínima cantidad y me proporciona con esa mínima cantidad de dinero para yo entrar a mi país a seguir la lucha en cualquier momento”.

*(Freddy Antonio Cruz, “Entrevista con Peña Jáquez en Caracas”. El Nacional, 5 de julio 1973. Toribio Peña Jáquez, integrante de la guerrilla de Caamaño, se asiló en la embajada de Chile la noche del 8 de junio de 1973. Después de obtener salvoconducto viajó a Caracas Venezuela, desde donde partió para Chile, y más tarde hasta la ciudad de La Habana, en la que ya se encontraba en septiembre del mismo año. Posteriormente regresó a Santo Domingo, en junio de 1975, formando parte de un reducido grupo de guerrilleros, junto a Claudio Caamaño y Manfredo Casado Villar. La entrevista, publicada originalmente en el periódico El Nacional, está reproducida en el libro de Alejandro Paulino Ramos, “República Dominicana: El difícil camino de la democracia, 1960-2000 (documentos, proclamas y discursos políticos)”

Loading