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Vetilio Alfau Durán escribió: “Origen de la Celebración del 21 de Enero en Higüey”, Día de la Altagracia

Por:  Vetilio Alfau Durán [i].

“El 21 de enero del año 1691 se libró en Sabana Real o de La Limonada, la celebre batalla que inmortalizó al maestre de campo don Francisco de Segura, Sandoval y Castilla, así como al ilustre santiagués don Antonio Miniel, bajo cuyo mando combatieron los lanceros del Seibo y de Higüey., a cuyo arrojo y bizarría se debió el espléndido triunfo alcanzado por las armas españolas. Parece ser que allí fue donde por primera vez se usó el machete como arma de combate.

Refiere la tradición que los orientales invocaron la divina protección de la Santísima Virgen de la Altagracia en lo más comprometido de la acción, y por cuyo motivo resolvieron celebrar todos los años como día de acción de gracias a Nuestra Señora, en la fecha aniversario de esa celebre batalla, primer soplo de vida de la nacionalidad dominicana.

Como testimonio de ese esplendido triunfo, los higüeyanos y seibanos depositaron junto al Altar de la Santísima Virgen el machete que manejado por anónimo soldado, cercenó la engreída testa del gobernador francés M. de cussy, que comandaba las fuerzas enemigas. Durante la dominación haitiana, el célebre machete despareció definitivamente del sitio donde había sido depositado.

Imagen de la Virgen de la Altagracia, protectora de los dominincanos

El eminente historiador Fr. Cipriano de Utrera, a quien debe la historia patria inapreciables servicios, afirma refiriéndose a la batalla de Sabana Real lo siguiente: “Correspondiente al Este (Seibo e Higuey) el mayor número de hombres que sabían manejar el machete, arma que Moreau de St. Mery mienta en su obra como poderoso artefacto del criollo dominicano para abatir reses montaraces, y ya sabemos que al Este de Higuey se hallaban las más notables y ricas porciones de terreno llamado de “montería”.

Estos, pues, alistándose en calidad de buenos “artistas” del machete, acudieron al llamamiento que en aquella ocasión se les hizo, y sea que estuvieran debajo de las ordenes de don Pedro  Miniel que mandaba a los lanceros que permanecieron pecho por tierra hasta recibir orden de levantarse y acometer, sea que los propios lanceros hayan de entenderse ser los macheteros de Higüey. y del Seybo, no a las lanzas cabalmente, ni  a las escopetas y lombardas, sino al espántale y terrible machete en combinación con las demás armas, se debió, que cercenada la cabeza del gobernador francés y las de sus oficiales, el triunfo de lo anotaron por suyo los españoles, como ya está dicho”.

Para conmemorar tan resonante triunfo contra el perturbador enemigo de Occidente, se convino en celebrar todos los años el 21 de enero como Día de Acción de Gracias a Nuestra Señora de Altagracia en su histórico santuario. Así nació el “Día de los Habitantes”.

Años más tarde fue acordado que los hateros y criadores hicieran la donación anual de un toro, para sufragar con el producido de su venta los gastos ocasionados por las festividades conmemorativas. Así surgió la sugestiva Ofrenda de los Toros de la Virgen, para cuya recolección se formó la Hermandad de Comisarios, los cuales recorrían con anticipación toda la región y en la vigilia de la celebración se reunían en un espléndido fundo del paraje de Santa Ana, entre el Paso de Sanate y la Cruz de Ceja Esperanza, en donde tenía lugar una velación que duraba de sol a sol. La entrada de los Toros, que eran recibidos en el atrio del templo por el reverendo capellán, era realmente tradicional y pintoresca; los comisionarios son sus banderas desplegadas, música, repiques de campana, truenos y montantes, la palabra del hermano mayor de los comisarios, el sermón de las ofrendas… Nuestro culto coterráneo el doctor José Rijo de la Cruz es autor de una evocadora página que lleva por título “Toros de la Virgen”, que vio la luz en el número 259 de la revista Bahoruco (10 ago., 1935).

Antigua capilla de San Dionisio donde se veneraba Higüey, la imagen de la Virgen de la Altagracia

Sor Juana Inés de la Cruz, la poetisa mexicana de extendida fama, “la décima Musa”, desplegó la alas de su inspiración para cantar en una silva la espléndida victoria de Sabana Real; también el primer poeta nacido en Puerto Rico, el religioso fray Francisco de Ayerra y Santa María, tuvo sus loas par el resonante triunfo de sus hermanos antillanos.

La influencia de la victoria de Sabana Real, la más resonante que registran nuestros anales coloniales, gravitó profundamente en nuestra historia patria. En la acción de Palo Hincado, en 1808, en los campos del Seibo, se repitió la hazaña. La cabeza del general Ferrand, de las huestes napoleónicas, cuyo nombre fulgura en el Arco del Triunfo de la Plaza de la Estrella en la culta capital de Francia, rodó en la cañada de Guaquía; y años después, un hijo del destroncador del ilustre general francés, ante los sucedáneos de estos en el occidente quisqueyano, alcanzó talla de héroe. Este fue “Santana, el invicto capitán que nos redimió del yugo haitiano” al decir de ese príncipe del decoro nacional que se llamó Américo Lugo.


[i] Vetilio Alfau Durán  en el Listín Diario: Escritos I. “Origen de la Celebración del 21 de Enero en Higüey”. Santo Domingo, SEEBAC, 1994, pp. 317-320, y Listín Diario, 21 de enero 1967.

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