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Acción Feminista Dominicana y la dictadura de Trujillo

Por: Alejandro Paulino Ramos

A mediados de 1931, la mujer dominicana dio un paso de avance en su organización y en sus planteamientos de género, al formar una Junta de Acción Feminista, que se organizó utilizando como plataforma la membresía del “Club Nosotras”, que ya tenía más de tres años de existencia, pues se había constituido como tal en 1927.

Muy pronto esta Junta definió sus propósitos y marcó distancia en relación con “Nosotras”, planteándose como un proyecto autónomo con el nombre de Acción Feminista Dominicana (AFD), que en los primeros meses se distanció del régimen autoritario de Trujillo; pero este propósito, debido a la presión  oficialista, pronto quedó  en el olvido.

De acuerdo a una nota del Listín Diario del 16 de mayo de 1931, con la que se saludaba la formación de la AFD,  quedó  claro la vinculación del proyecto con la existencia del Club “Nosotras”, al decir que ”por iniciativa de un grupo de damas representante de esta sociedad (…). Tal iniciativa cristalizó entre los elementos del Club “Nosotras”, como tenía que ser, por encontrarse reunidas en ese núcleo nuestras mujeres intelectuales, o, por lo menos, las de más significación hasta el presente, aunque el nuevo grupo es absolutamente autónomo, sin conexión con la colectividad antes mencionada. (…). Vivimos en una época abierta a las grandes corrientes de las ideas contemporáneas y no es posible sostener un criterio retardatario, en relación con la mujer moderna, que ha sabido, por su propio esfuerzo, abrirse camino, realizando conquistas importantísimas, en el campo de las actividades humanas (…). El grupo de Acción Feminista de Santo Domingo nace a la vida de la acción, pues, en un momento propició y responde (…) a un clamor universal. Era tiempo de que las mujeres dominicanas abandonase el reducto en que se hallaban prisioneras, por así decirlo para ocupar el puesto que legítimamente les corresponde en las filas de ese gran movimiento reivindicador femenino que día a día avanza más y más”.[1]

La aparición de la AFD fue coincidente con el inicio de la dictadura de Rafael L. Trujillo, quien se juramentó de manera formal el 16 de agosto de 1930, en el momento en que el mandatario trabajaba en la consolidación de su régimen, con miras a perpetuarse como gobernante, por lo que promovía el control de los sectores sociales de la República, entre ellos: 

1.- A los estudiantes a través de la formación de la Guardia Universitaria Presidente Trujillo; 2.- A los campesinos organizando las Revistas Cívicas con las que se obligaba a los hombres del campo a participar de manera compulsiva en la política del gobierno, y 3.- Con la formación del Partido Dominicano, como aparato estructuralmente integrado al Estado.

También: 4.- Obligando a la desaparición de las organizaciones sociales y creando nuevas instituciones que respondieran al proyecto político del mandatario, y 5.- Desde muy temprano, logrando atraerse el liderazgo del sector femenil, convirtiéndolo en representante de su política social. Aunque es cierto, que dentro del sector organizado de la mujer, en especial de la AFD, algunas dirigentes se enfrentaban de manera tímida a los planes dictatoriales, levantando posiciones de resistencia a los lineamientos oficiales, como parece que fue el caso de Abigail Mejía, pero también fueron determinantes las posiciones  representadas por Minverva Bernardino, quien desde temprano y enarbolando ideas execrables, se impusieron con el solo objetivo de manipular  y controlar el movimiento, poniéndolo a los pies de Trujillo.

Entre las principales dirigentes de la Acción Feminista, durante sus años de existencia, se encontraron: Abigail Mejía, que fue la principal promotora del proyecto y la primera directora de la AFD, y  Enriqueta T. Lamarche. También Minerva Bernardino, Carmen González de Peynado, Isabel Amechazurra de Pellerano, Celeste Wos y Gil, Delia Weber, María Patín Pichardo, Gladys de los Santos Noboa, Carmita Landestoy, Livia Veloz, Mercedes Laura Aguiar y Patria Mella.

En los primeros años de la dictadura de Trujillo, especialmente en el primer cuatrienio,  se ejecutó una política de Estado que perseguía el control del movimiento social y cultural, aunque esto no impidió una cierta resistencia organizada a través de sociedades y personalidades que intentaron detener la implantación de la tiranía, los que fueron definitivamente vencidos en sus propósitos a partir de la reelección presidencial de 1934. Ejemplo de resistencia fueron las sociedades Acción Cultural, y la Acción Cívica Dominicana.

Desde su fundación, la  Acción Feminista Dominicana elaboró y propuso ideas y programas que recogían el  interés en el movimiento feminista, pero teniendo extremo cuidado en plantear reivindicaciones sociales que no fueran contradictorias con las que desde el gobierno impulsaba el dictador; además de lograr consolidar el  acercamiento con el régimen, lo que se hizo evidente a partir de 1932. De esa manera, los reclamos a las autoridades estaban alejados del enfrentamiento político-social y por el contrario, se hacían coincidentes con las iniciativas de las autoridades. Con el tiempo los reclamos de las mujeres organizadas en la AFD, se fueron acomodando a la política oficial, a la “sombra protectora” de Trujillo.

Posiblemente por estas razones, es que  algunas dirigentes de la Acción Feminista, entre ellas se dice que principalmente Abigail Mejía, llamaron a sus compañeras a ser cautas a la hora de enarbolar consignas reivindicativas, y escribió en el Listín Diario del 16 de mayo de 1932, que en la entidad de tendencia feminista debían prevalecer ideas modernas, avanzadas, liberales y acogidas a “los principios renovadores”, pero que “desde luego que esa evolución—el nombre lo dice—no puede ser brusca, violenta, sino gradual y progresiva”;[2] y alertaba sobre la conveniencia de no tocar “ciertos linaje de ideas, determinados problemas, de índole política, principalmente, para los cuales se conviene en que aún no está suficientemente preparada la mujer en nuestro país, debido al oscurantismo en que hasta hace poco tiempo vivió, por la inocultable ignorancia del medio, ignorancia de la cual aún estamos padeciendo los más persistentes resabios”.[3] Las sugerencias hechas por la principal de la AFD, muy pronto quedaron en el olvido, pues la política oficial lo permeaba todo, obligando a sumarse o a desaparecer.

Tal vez esto es lo que explica la destacada participación de algunas dirigentes de la Acción Feminista en una “Revista Cívica” realizada en San Cristóbal por el Partido Dominicano, con el fin de promover  la reelección de Trujillo. En ese mitin Abigail Mejía pronunció un discurso en el que  exaltó las cualidades del mandatario, saludando la aptitud del gobernante a favor de la mujer dominicana, viéndolo como un  “movimiento de justicia social”, y proclamó que la AFD se ponía “al lado del Jefe que hoy rige los destinos de la Nación sin titubeos, y que, como Ulises, no prestará oídos a voces engañosas que pretenden torcer su recto rumbo hacia ideales de progreso (…). Ahora alzamos la voz para decirle: Señor, (…), atended  a las llamadas de las mujeres que siempre quieren veros en el poder, por largos años”.[4]

Las necesidades del sector femenil, por las que el conglomerado dirigido por Abigail Mejía decía luchar, fueron señaladas desde temprano, alejadas de los reclamos feministas levantados en otros países, planteando la colaboración con los hombres y no el enfrentamiento con estos. En tal sentido, de lo que se trataba era de solicitar leyes nuevas a favor de la mujer, de los niños, y contra los males sociales, entre los que el movimiento destacaba: la prostitución, el alcoholismo y la reforma a la ley de divorcio, que se dice, esta última, era del interés personal del presidente, como quedó establecido en una “manifestación dirigida por la Junta de Acción Feminista a todas las mujeres de la Republica Dominicana”, el 18 de mayo de 1931:

 “Queremos robustecer una asociación que, a la sombra del tantas veces aplaudido Club “Nosotras”, hemos formado un núcleo de sus socias. El Club “Nosotras” es precisamente una demostración de la capacidad femenina: hay en él profesionales de todos los matices, madres de familia, -abejas y reinas-allí se han dado conferencias, exposiciones artísticas, conciertos, manifestaciones culturales de toda especie; su misión ha sido preparar los espíritus, enseñando lo que la mujer puede y sabe. No ha sido sociedad feminista, no lo pretendió, y sin embargo, todo el mundo lo juzga así: prueba de que el feminismo es cosa buena, es el confundir las gentes las labores del Club con las labores feministas. Pues bien: a su sombra, sin desgarrarnos de la rama, un grupo de sus sociales hemos formado esta Junta de Acción Feminista, cuyo objeto es favorecer a todas las mujeres. Ideales nuestros serán luchar por la reivindicación de los derechos femeniles, pedir leyes nuevas que protejan el trabajo de las obreras, de las maestras, de las mujeres que trabajan en general; la protección al niño, etc. En lugar de  combatir al hombre, ayudarle en su mejoramiento social e individual: el feminismo enarbola bandera de paz y no quiere ver armados a los civiles; combatiremos el porte de armas, el alcoholismo, la prostitución, y en fin, hemos de lucha por todo lo que lleve nuestra patria al mejoramiento de sus leyes y a una era fecunda de civilización”.[5]

 Como aparece reseñado en el  periódico La Opinión del 14 de mayo de 1931, la junta de mujeres en principios  no promovió aspectos “relativos al status político de la mujer”. La lucha de la  AFD estaba relacionada, en lo  fundamental, con la  asistencia social, a favor de la niñez y la vejez desvalida, y promover la asistencia a la mujer desamparada.

Las conquistas manifestadas por la  AFD fueron acogidas por el entorno cultural trujillista. Las coincidencias favorecieron una legislación acorde con el sector femenil, pero desde la perspectiva de la manipulación del sector en términos político-partidarios, como aconteció con el derecho al voto de la mujer dominicana, a comienzo de la década de los cuarenta.

La coexistencia entre el poder y la agrupación cívico-cultural, estuvo presente desde el momento en que Trujillo ascendió al poder y quedó claramente establecida en la campaña reeleccionista para las elecciones de 1934, cuando la AFD pidió a la mujer dominicana que apoyara la candidatura de Trujillo:

“Piden a las mujeres que vengan a ayudarlas a conquistar el derecho a votar en las próximas elecciones. “El jefe del Estado, Generalísimo Rafael Leonidas Trujillo y Molina, se ha puesto de nuestra parte y nos ha tendido, galante, su mano poderosa para ayudarnos en la brega. Le hemos presentado nuestras peticiones, nuestros afanes de mejoras a las leyes que han de beneficiarnos a todas. (…) El jefe del Estado, Generalísimo Rafael Leonidas Trujillo y Molina ha dictado un decreto por el cual invita a las mujeres mayores de 18 años y a las que sean o han sido casadas, aunque no tengan esa edad, a ir a votar por la reforma de la constitución en el sentido de otorgar un día a todas el derecho de elegir y ser elegidas”.[6]     

Posteriormente, a finales de noviembre de 1940, una parte de las mujeres que formaban la directiva de Acción Feminista Dominicana se integró al recién creado Partido Trujillista que había surgido en ese año, formando la agrupación Acción Feminista Trujillista. El 23 de noviembre, en comunicación a la Guardia Universitaria Presidente Trujillo, le anunciaron que, en agradecimiento al presidente Trujillo, se habían constituido en “una agrupación adscrita al Partido Trujillista”. De acuerdo a la nota del Listín Diario, la directiva de la asociación femenina estaba integrada por Abigail Mejía como presidenta, Carmita Landestoy, vicepresidenta, Livia Veloz, Celeste Woss y Gil, Pilar Constanzo, Delia Weber y otras mujeres vinculadas a la AFD.[7]

A través de la colaboración con el régimen, exaltando la personalidad del mandatario, y destacándose como gestoras de los eventos del gobierno destinados al sector de la mujer dominicana, la AFD llegó en 1942, como instancia vinculada directamente con el Partido Dominicano, a ser, por ejemplo, la organizadora de la celebración de los cumpleaños del “padre de la patria nueva”.

En relación al voto de la mujer en los procesos eleccionarios, y a la manera en que los grupos oposicionistas veían esa conquista, al momento de ser aprobado en el Congreso, resulta esclarecedora la posición de la organización estudiantil-oposicionista Juventud Democrática, en 1947, cuando en su periódico dejaron anotado lo que sigue:

“Desde hace muchos años la mujer dominicana sufriendo en silencio las más crueles injusticias. Se ha dicho mucho—y esta es una especie de cantinela con la cual se ha pretendido anestesiar al pueblo—que la mujer dominicana era una sierva y que es ahora cuando goza de libertad y disfruta de los derechos ciudadanos.

Esa aseveración es mentirosa y es vil. Ni la mujer fue sierva antes, ni es libre hoy. No fue sierva porque, aunque no disfrutara del derecho al sufragio, sí podía expresar libremente su opinión y vivir conforme a sus deseos y aspiraciones. Triste es comprobar que, precisamente con el derecho al voto, nació la servidumbre política de la mujer dominicana, porque la concesión de ese derecho fue solo una compra. Derecho al voto para encadenar la voluntad de la mujer y nutrir las urnas comiciales. Derecho al voto con la obligación, previamente contraída de dar ese voto al candidato del partido en el poder. Derecho al voto para hacer de las mujeres, no ciudadanas libres, sino sufragistas obligadas”.[8]

Como queda evidenciado, fue en el ámbito de la mutua colaboración, AFD-Trujillo, que las conquistas enarboladas por la agrupación feminista fueran acogidas por el entorno cultural trujillista. Las coincidencias favorecieron impulsar una legislación acorde con el sector femenil, pero desde la perspectiva de la manipulación del sector en términos políticos y partidarios, como aconteció con el derecho al sufragio  de la mujer dominicana.[9]


[1] “Manifestación dirigida por la Junta de Acción Feminista a todas las mujeres de la Republica Dominicana”. Listín Diario, 18 de mayo de 1931. Véase también: “La Asamblea magna del feminismo fue una brillante demostración de s organización y pujanza”. Listín Diario, 16 de mayo 1932.

[2] El grupo de Acción Feminista y los reclamos del siglo. Listín Diario, 16 de mayo 1931.

[3] Idem.

[4] Abigail Mejía de Fernández, Brillantes palabras pronunciadas por la directora de la Acción Feminista Dominicana Sra. Abigail Mejía de Fernández en la Revista Cívica. Listín Diario, 13 de marzo 1933.

[5] “Manifestación dirigida por la Junta de Acción Feminista a todas las mujeres de la Republica Dominicana”. Listín Diario, 18 de mayo de 1931. Véase también: “La Asamblea magna del feminismo fue una brillante demostración de s organización y pujanza”. Listín Diario, 16 de mayo 1932.

[6] “Manifiesto que la Acción Feminista Dominicana dirige a todas las mujeres del país en ocasión de las próximas elecciones de 1934”. Listín Diario, 13 diciembre 1933.

[7] “Se ha constituido la agrupación Acción Feminista Trujillista”. Listín Diario, 25 de noviembre 1940.

[8] “La Mujer dominicana y el derecho al voto”. Juventud democrática, Año I, No. 12, 10 de mayo 1947.

 

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