Alejandro Paulino Ramos
Antecedentes en la historia de la Sociedad Civil:
Las raíces de lo que hoy conocemos como instituciones de la sociedad civil en la República Dominicana, se proyectan en el pasado histórico del siglo xix cuando sectores liberales de la intelectualidad buscaban alternativas que posibilitaran la creación y consolidación de una nación libre y soberana que se enrumbara hacia el desarrollo económico y social. Se destacaron en esos propósitos la sociedad “La Filantrópica” (1840), estrechamente vinculada a la sociedad secreta “La Trinitaria” a través de la promoción educativa y cultural, “Los Amigos del País” (1846)[1], con el objetivo de “promover continuamente y fomentar cuantas mejoras sea[2]n posibles par el bien de la Nación”, ayudar al regreso de los expatriados, y “recaudar fondos para traer de New York un cargamento de comestible” para los más necesitados, establecer un Colegio para impulsar la educación y buscar el “alivio de los enfermos” del hospital de San Lazaros, y otras sociedades que fueron apareciendo en el proceso de formación de la Nación dominicana.
En aquellos primeros tiempos de la República, los fines perseguidos por las agrupaciones culturales iban más allá de la asistencia pública y los objetivos anunciados en los nombres elegidos por sus fundadores[3], insistiendo ante el Estado en la necesidad de salir del atraso construyendo vías de comunicación, estableciendo sistemas educativos funcionales, insistiendo en el mantenimiento del orden y el fin de las luchas armadas, promoviendo la “inmigración deseada” y el establecimiento de industrias, pero en especial favoreciendo la existencia de regimenes democráticos que respetaran la libertad de culto, de imprenta y pensamiento lo que hacía que muchas veces las organizaciones se vincularan o entraban en contradicción con los proyectos políticos y estatales.
En el proceso para impulsar el desarrollo del país antes de que finalizara el siglo xix, fueron significativas las actividades desarrolladas por las sociedades políticos-literarias, como lo demuestra la existencia de la “Liga de la Paz”,[4] que tenía como propósitos impulsar el orden político y la desaparición de los conflictos armados.
Las sociedades perseguían el desarrollo cultural del país a través de la publicación de libros, el establecimiento de escuelas, la fundación de periódicos, el establecimiento de bibliotecas, la apertura de la Universidad, y auspiciaron la organización de los censos nacionales, así como el establecimiento de regimenes liberales; esto último comenzó a suceder a partir de 1880 con la llegada del “Partido Nacional” al gobierno. Sin embargo, el descontento producido por la instauración de gobiernos liberales que actuaban con timidez ante los reclamos de las sociedades organizadas, van a provocar que estas contemplaran, desde una posición no partidista, concurrir a elecciones con candidatos propios y mantener fuertes críticas contra el liderazgo político de Azules y Rojos lo que provocará, especialmente a partir de la dictadura de Lilís, la persecución de sus lideres y la destrucción de las instituciones.
Sociedades importantes a finales del siglo xix
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Nombre Lugar Año Fines
La Republicana Sto. Dgo. 1867 Cultivar inteligencia y ciencia
Literaria Amigos del País Sto. Dgo. 1871 Promover letras y conocimientos
Literaria Amantes de la Luz Santiago 1874 Educación y cultura
La Educadora Puerto Plata 1876 Educación
Alianza Cibaeña Santiago 1884 Educación
Amantes del Estudio S. P. Macorís 1890 Educación
El Estudio Sto. Dgo. 1891 Educación
Club Regatas C. Colón Sto. Dgo. 1892 Deportes
Club Unión Sto. Dgo. 1892 Esparcimiento
Amor al Estudio La Vega 1894 Educación
Estudio Salomé Ureña Sto. Dgo. 1898 Educación _____________________________________________________
Con los cambios de una economía precapitalista a una industrial iniciado en el primer cuarto del siglo xix, comenzaron a formarse los agrupamientos de trabajadores urbanos que propiciaban la ayuda mutua y caritativas, perseguían la protección de sus afiliados, cubrían gastos médicos de los enfermos y la educación de sus miembros[5], además de fundar, por ejemplo, la “Escuela Nocturna de Obreros”, “Academia de Artesanos”, bibliotecas para obreros y la “Alianza Cibaeña”. Los gremios de trabajadores se constituyeron en la última década del siglo XIX, siendo importantes los de carpinteros, carreteros, tipógrafos, cocheros, cigarreros, ebanistas y de obreros portuario: algunos se vincularon a huelgas obreras y otros a instancias estatales[6]. Con el advenimiento de la dictadura de Ulises Heureaux en 1886 las sociedades tendieron a desaparecer o se hicieron más tímidas en sus reclamos, dando paso a la formación de clubes en los que se ponía énfasis en los deportes, la diversión y el entretenimiento de los sus socios, alejados de actividades que pudieran ser interpretadas como políticas.[7] Después de la muerte del dictador Heureaux, lo que aconteció el 26 de julio de 1899, surgieron organizaciones relacionadas con actividades sociales, culturales, de ayuda mutuas, gremios profesionales, y político-literarias. El Estado fue menos autoritario, pero los conflictos políticos-militares impidieron el desarrollo de las mismas.
A partir de 1900 y hasta 1916, en un clima de libertades mediatizadas y en un ambiente de inestabilidad política y estatal matizado por la violencia, resurgieron los partidos caudillistas y los intelectuales anhelaron tener sus propios medios de expresión para publicar ensayos y opinar sobre los temas más importantes del país, agrupándose en torno a “tendencias literarias”, y fortaleciéndose el gremialismo: fundaron el “Casino de la Juventud” (1901); la sociedad cultural “Ateneo de la Juventud” (1901), el “Club de Artesanos” (1902), la “Sociedad Arqueológica Dominicana” (1902), la “Asociación de la Prensa” (1905), “Asociación Médica de la Facultad Naciona” (1907), “Gremio de Cocheros” (1908), “Asociación de Dependientes” (1909), el “Colegio de Abogados” (1909), la “Sociedad Patriótica Unión Nacional Dominicana” (1909)[8], la “Sociedad 8 de Febrero”[9], y la “Unión Escolar de Estudiantes” (1912), uno de los primeros intentos por organizar el movimiento estudiantil dominicano, y otras de menos trascendencia.
Ocupación Militar Americana y Sociedades Culturales
El resurgimiento del caudillismo, la inestabilidad política, la penetración del capital norteamericano y el control de la economía a través de la Convención dominico-americana de 1907, en el marco de la primera guerra mundial, ocasionaron la primera ocupación militar de los Estados Unidos del territorio dominicano, en 1916.
El control norteamericano y la pérdida de la soberanía van a inducir a un profundo cambio en los propósitos de las sociedades, asociaciones y gremios, y aunque se fundaron nuevas instituciones desvinculadas con los propósitos del Estado, en su mayoría adoptaron como principal objetivo la desocupación militar y el restablecimiento de la nación dominicana.
Tuvieron incidencia en la lucha nacionalista del período, organizaciones como la sociedad político-literaria “El Paladión”, surgida en 1917 como agrupación artística y cultural, dirigida por Carlos Sánchez y Sánchez y Francisco Prats Ramírez[10], pero en el campo de la literatura fue la de mayor trascendencia el “Movimiento Postumista” (1921), dirigido por Domingo Moreno Jimenes, Andrés Avelino y Rafael Zorrilla.
Otra organización cultural importante lo fue la “Asociación Literaria Plus-Ultra” (1921), dirigida por Manuel Arturo Peña Batlle. Participaban en ella Alcides García, Jesús María Troncoso, Manuel A. Amiama, Juan Isidro Jimenes-Grulllón, Arturo Despradel, Carlos Larrazabal Blanco y José Enrique Aybar. Algunos de los miembros de “Plus-Ultra” pasaron al “Paladión” a partir del momento en que una parte de los integrantes de la primera se integraron al “Partido Nacionalista” de Américo Lugo, como forma de rechazar la política partidista.
En Santiago, donde hubo un sólido movimiento nacionalista encabezado por Rafael Estrella Ureña y Ercilia Pepín, se fundó la “Asociación de Jóvenes Dominicanos” para “defender los derechos e ideales del pueblo dominicano como Nación libre, independiente y soberanal, mientras que mujer dominicana mantuvo una digna participación en la lucha nacionalista a través de organizaciones como el “Comité de Damas”, organizado en la ciudad de Nueva York (1919), integrado por mujeres de la región del Cibao que vivían en esa ciudad, las que motivadas por las damas de Puerto Plata decidieron no “quedarse rezagadas en esta hora de angustia y de dolor par la Patria” En la ciudad del Atlántico ya se había constituido “La Junta de Damas” y un grupo de mujeres de la Capital formó en 1920 la “Junta Patriótica de Damas”, “con el propósito de recaudar fondos para ayudar la Comisión Nacionalista que actuó en el extranjero denunciando la ocupación militar americana”.
Fue constituida además, la “Asociación Independiente de Jóvenes Dominicanos” el 6 de junio de 1922, la que rechazo las negociaciones que concluyeron con el Acuerdo Hughes-Peynado firmado en ese año, por entender ese hecho como una traición a los intereses del pueblo dominicano. .
Otras organizaciones de carácter nacional, importantísimas en las luchas por la desocupación militar, fueron las “Juntas Nacionalistas”[11], organizadas en las principales ciudades del país, mientras que la más importante agrupación político-nacionalista no partidarista lo fue la “Unión Nacional Dominicana”, constituida en Santo Domingo el 8 de febrero de 1920. La “Unión Nacionalista”, como también se le conocía, se formó como un frente de masa que aglutinaba personalidades de diferentes tendencias ideológicas y de clases, desde los más radicales que exigían la “desocupación pura y simple”, hasta líderes de los partidos caudillistas. Estos últimos se encontraban en receso y rara vez protestaron la situación de dominación extranjera que se estaba viviendo. En 1921 apareció la “Gran Liga Nacional Dominicana”[12], con iguales propósitos.
Como parte del movimiento obrero, Eugenio Kunhardt organizó la “Hermandad Comunal Nacionalista”[13] y en su representación asistió en 1919 a la Pan American Labor Conference de Nueva York y a la Conferencia Industrial Panamericana, denunciando la ocupación militar y exigiendo la salida de las tropas norteamericanas del territorio dominicano, pero las más importantes actividades de denuncias contra la ocupación, organizadas en extranjero fueron las encabezadas por la “Comisión Nacionalista Dominicana”, fundada en 1919 bajo la dirección de Francisco Henríquez y Carvajal, Tulio M. Cestero, y Max Henríquez Ureña, quienes se reunieron con funcionarios del Departamento de Estado y propusieron la desocupación gradual con la cooperación de los dominicanos, y el restablecimiento de las libertades civiles y políticas.
En el ámbito del pasatiempo y la diversión fue importante la fundación de la “Casa España”(1917), con el propósito de servir al esparcimiento y recreo de la comunidad española residente en Santo Domingo. De todas las entidades a que hemos hecho referencia, “El Paladión” fue la que con más claridad se acercaba a lo que décadas después se conoció como una organización de la “sociedad civil”, pues como organización político-literaria, promovió la renovación de la sociedad dominicana.
Esta institución se mantuvo reclamando reformas políticas y administrativas, así como educativa y cultural. Luchaba armada de principios, promovía debates y polémicas del “lado de la verdad”, sustentaba ideales de renovación y engrandecimiento de la patria. Sus integrantes “intervinieron en la vida intelectual, -dicen ellos-, sin reverenciar ideas, sin esconder verdades”. Sus actividades fueron permanentes y variadas, como queda expresado en los escritos de la entidad político-cultural:
“Hemos escrito libros y folletos, hemos hecho obras de propaganda cultural y democrática, hemos realizado actos de altruismo. Como jóvenes, sabemos vivir la alegría de la vida; como hombres, no hemos querido dejar de aprovechar el tiempo. Los años de la dolorosa ocupación militar, templaron nuestro espíritu juvenil y moral, intelectual y materialmente contribuimos a toda campaña que persiguiera la liberación de la República, sin reservas mentales, sin poner límites teóricos a la acción necesaria”.
Los principios éticos, culturales e ideológicos que normaban al “Paladión”, estaban sintetizados en sus luchas por la patria, el hombre, los poetas y artistas, el obrero y sus necesidades, y la renovación de la República Dominicana. La influencia de Rodó y el arielismo era evidente en todos sus planteamientos:
“Creemos en la Patria. Creemos en el hombre; creemos en los hombres que trabajan y sufren. Creemos en la posibilidad de la fraternidad humana. Creemos en todos los que creen el Ideal. Creemos en los poetas y artistas que no tienen torres de marfil. Creemos en la eficiencia de la Idea, desconfiando de las vaporosas palabras teóricas. Creemos en el sudor del obrero y en sus necesidades. Creemos en la posible renovación dominicana y esperamos, optimistas, los fuertes renovadores. Creemos en los sistemas ideológicos y en los mecanismos políticos que van hacia la luz del futuro; no en los que retroceden hacia las sombras del pasado. Creemos en el talento, en la cultura; en la bondad y repudiamos la inferioridad mental, la inconsciencia científica y las maniobras de los hábiles, que tantos males traen a las naciones y a la humanidad. Creemos en los hombres que luchan, no en los débiles que halagan. Creemos en todo lo que creen los Compañeros Internacionales de las nuevas generaciones que tienen ideales y luchan porque la humanidad viva días mejores. Creemos en el PALADION”. [14]
Esta agrupación, que al parecer se inició informalmente antes de la ocupación norteamericana como una pequeña agrupación cultural y literaria, formada principalmente por intelectuales, evolucionó durante la ocupación militar hacia la lucha política-nacionalista, y al producirse la desocupación en 1924 y el país pasar a ser gobernado por el General Horacio Vásquez, entró en una etapa de madurez en la que algunos de sus integrantes intentaron dotarla de un andamiaje teórico, ideológico y político, pero apartado de las estructuras de los partidos políticos, tomando en cuenta la cuestión del Estado y las reformas de sus instituciones.
Sociedades en el período de Horacio Vásquez (1924-1930)
La desocupación militar del país se produjo en 1924, abriendo las puertas a la soberanía y la libertad, pero también a la competencia y a la atomización de los grupos y sociedades culturales y literarias. El período se inició con la elección del General Horacio Vásquez como presidente en 1924 y terminó con su derrocamiento en 1930, y estuvo marcado por un relativo bienestar económico y un espacio que tendía a la apertura democrática, aprovechado por la juventud dominicana.
Muchos de los agrupamientos del período de la Ocupación siguieron existiendo, pero en el clima de libertades que se estaba viviendo, comenzaron a organizarse nuevas instituciones. La proliferación de los grupos fue destacada por la revista La Opinión, llegando a sugerir la unidad de todos en torno al “Paladión” y los acusó de identificarse con “rótulos rimbombantes, que nacen, se extinguen y reproducen con la rapidez y facilidad de lo infructífero”. Las sociedades abandonaron las luchas nacionalitas para propiciar actividades sociales y culturales que, luego de iniciada la dictadura de Trujillo intentarán impedir su consolidación, pero la represión y el control político de ese régimen inducirán a su desaparición o conversión en agrupaciones que terminaron funcionando como satélites de la política autoritaria del régimen.
Varias de las organizaciones que intentaron evitar la dictadura, surgieron realmente durante el período de gobierno de Horacio Vásquez, como fue la “Asociación Nacional de Estudiantes Universitarios” (ANEU), que se constituyó en 1929 con el propósito de “resolver cualquier asunto” a los estudiantes, constituirse en institución capaz de opinar sobre problemas de importancia y “propender a que se constituya cuanto antes una Federación de Estudiantes en la República”. Entre sus líderes se encontraban Pedro R. Batista C., Juan M. Contín, Miguel A. Piantini M., y Ramón Ruiz[15], y la “Asociación de Instrucción y Socorro de Obreros y Campesinos”, la que aún aparentando estar destinada a realizar actividades mutualistas, en realidad se perfilaba como una organización juvenil revolucionaria.[16]
Además, en este período, en 1928, surgió el “Club Nosotras”, una organización que promovía la cultura, el esparcimiento, la celebración de veladas, conferencias, exposiciones de pintura, competencia de cuentos y homenajes a mujeres importantes en la sociedad dominicana y de otras nacionalidades. Sus salones, ubicados en la Avenida Meriño, frente al parque Colón, eran centros de reuniones de la mayoría de las organizaciones que carecían de locales donde celebrar sus reuniones. La mayoría de las instituciones surgidas durante la ocupación militar y en el gobierno de HoracioVásquez desaparecerán en el primer lustro de la dictadura de Trujilo, la que se estableció en medio de la coyuntura provocada por la crisis económica mundial de 1929, la enfermedad renal del caudillo Horacio Vásquez y su intento de reelección, lo que propició el golpe de Estado del 23 de febrero de 1930.
La dictadura de Trujillo y las sociedades culturales
A partir del 16 de agosto de 1930 comenzó a sentirse una baja significativa en las actividades literaria de los grupos culturales en la medida que la dictadura se consolidaba, haciendo que muchos de los miembros de las organizaciones culturales, literarias y gremiales comenzaran a mostrar interés en favorecer actividades políticas conspirativas, que tuvieron como centros a Santiago de los Caballeros y a la ciudad Capital, lo que a la vez motivó que el régimen comenzara su desarticulación y/o transformación en organizaciones que se adaptaron a la nueva situación y adscribiéndose a los designios de la dictadura[17].
El 14 de marzo de 1930 apareció la “Juventud Minorista”, con fines científicos, literarios y políticos, integrada por José Antinoe Fiallo, Max Lovatón, Mario Rafael Lluberes, Rafael Montás Franco, Fernando Rodríguez Objío, y José Ricardo Roques Martínez, y en 1931 apareció la “Acción Cultural,” como fusión de las agrupaciones “Plus-Ultra”, “El Paladión” y “Atenea”. “Acción Cultural”, la de mayor trascendencia alejada de los intereses políticos del nuevo régimen, estuvo dirigida provisionalmente por integrantes de “El Paladión”, pero luego celebraron elecciones siendo seleccionado como presidente el Lic. Manuel A. Peña Batlle.[18] Una parte mayoritaria de “Acción Cultural”resistieron la dictadura, pero después de 1935 comenzaron la integración a la misma, empujados por e miedo y por las expectativas de movilidad social y económica representadas por el régimen.
Días después de la constitución de la “Acción Cultural”, comenzó a operar desde principio de agosto de 1931, El “Ateneo Dominicano”. Su reunión fundacional fue celebrada, en el Salón de Actos de la Universidad, con la asistencia de un nutrido grupo de intelectuales, entre ellos : Enrique Henríquez, Lic. M. de J. Troncoso, Dr. P. E. de Marchena, Lic. Francisco J. Peynado, Lic. Max Henríquez Ureña, Dr. Eduardo Soler, Lic. Armando Rodríguez, Felipe Vicini y Juan Tomás Mejía, y con la destacada presencia del presidente de la República. En 1932 el Ateneo, dirigido por Juan Tomás Mejía y bajo la orientación de Pedro Henríquez Ureña, se destacaba como una entidad que era la antitesis de Acción Cultural, pues aglutinaba a los más viejos y conservadores intelectuales, lo que ya estaban integrados al gobierno de Trujillo. En ese año apareció también la “Acción Feminista Dominicana”[19], con el propósito de luchar por los intereses de la mujer.[20]
Instituciones culturales, como la “Sociedad Amantes de la Luz” de Santiago, fundada en 1874 y la “Asociación de Instrucción y Socorro de Obreros y Campesinos” (AISOC)[21], desarrollaron acciones que fueron tenidas como contrarias a la dictadura, lo que provocó la represión de los servicios de seguridad y muchos de sus miembros fueron encarcelados acusados de conspirar contra el gobierno de Trujillo.
Pasada la primera reelección de Trujillo en 1934, y fracasados los intentos para la eliminación del tirano planificados por jóvenes horacistas, normalistas y marxistas que se habían unidos con ese fin en Santiago de los Caballeros, entre ellos miembros de la “AISOC”, “Amantes de la Luz” y jóvenes normalistas, los escritores e intelectuales comenzaron a convertirse en destacados trujillistas, especialmente a partir de 1935. Entonces aparecieron nuevas tendencias literarias, pero muy limitadas por el interés de la dictadura. Las tendencias, a decir de Joaquín Balaguer, se desatendieron en absoluto de las esencias de la vida nacional y se propusieron a utilizar el verso como expresión del sentimiento cósmico y de las vaguedades espirituales.
Los intelectuales, profesionales y escritores se fueron integrando al proyecto trujillista, para gozar del poder y sus beneficios o para evitar ser destruidos por este. Después del primer lustro, gran parte de los integrantes de “Paladión”, “Plus-Ultra”, “Acción Cultural”, y los “Postumistas” se integraron al aparato cultural de la dictadura y llegaron a ocupar posiciones de relevancia en la política nacional.
En cuanto al “Club Nosotras”, que había sido constituido durante el período de gobierno de Horacio Vásquez, permaneció por algunos años celebrando actividades culturales, como fueron por ejemplo, el homenaje a la pintora Celeste wons y Ricart,[22] las conferencias de Osvaldo Bazil, los concursos de cuentos en los que participaron Juan Bosch y Tomás Hernández Franco; actos relacionados con la visita de Gabriel Mistral a Santo Domingo en 1931,[23] la coronación de la reina el Parnaso de la entidad, los recitales de Enrique Henríquez y Fabio Fiallo en diciembre de 1931 y las actividades feministas celebradas como iniciativas del Club que agrupaba a destacadas mujeres de Santo Domingo.
En ese año, el 18 de marzo, también quedó constituido el “Casino de la Juventud” con el objetivo discreto de sustituir en importancia al tradicional “Club Unión” que había sido creado a finales del siglo xix. Su fundación tuvo lugar en el local del “Club Nosotras”, frente al parque colon, y entre sus directivos se encontraban los jóvenes Poupe Soler, Gilberto Marion Landais, Francisco Sanabia Ortega y Roco Capano hijo[24].
A finales de 1933 ya “Acción Cultural” se encontraba paralizada por la crisis que la afectaba, una sorda lucha desatada por el interés de los trujillistas en controlar directiva y por las presiones que sobre el movimiento cultural realizaban las autoridades. En una información titulada “El Paradójico Hernández Franco”, está plasmada la situación anotada:
“No sabemos que le pasa a “Acción Cultural”. Aquellos éxitos iniciales han ido desapareciendo implacablemente. Muy de cuando en cuando da señales de vida con un acto de cultura; pero el público se muestra remiso y no acude a sus salones. El sábado en la noche pudo haberlo aprovechado para comprobar que no hay divorcio entre el público y ella, ya que dictaba una conferencia un distinguido escritor dominicano; sin embargo, sólo unos cuantos asistieron al acto. (…)”[25].
La situación de miedo que abarcó todas las actividades culturales de la época queda reseñada en una carta pública enviada a La Opinión, el 8 de septiembre de 1931, por Rafael A. Peña, quien protestó porque ese periódico informó días antes que él había leído, en el acto constitutivo de Acción Cultural, un “escrito revolucionario”. Aunque Rafael Peña aceptó que seguía siendo un revolucionario, aclaró que el comentario del periódico podía crearle “inconvenientes” con las autoridades.
En cuanto a la ciudad de Santiago, esta fue un hervidero de actividades cívicas, culturales y revolucionarias en los primeros años de la dictadura. Se constituyeron organizaciones y las ya existentes fueron tomadas para fines que sutilmente apuntaban contra el gobierno. En 1932, como parte de esas actividades, se creó la primera “Universidad Popular y Libre del Cibao”, como iniciativa de Juan Isidro Jimenes-Grullón y utilizando para esos fines los salones de la “Sociedad Amantes de la Luz”, de la cual él era presidente. Los cursos impartidos en esa universidad fueron: de Puericultura, Derecho Civil, Economía Política, Derecho Constitucional, Higiene Social, Historia de América, e Historia de la Literatura Hispanoamericana, principalmente.
En febrero de 1933, la “Sociedad Amantes de la Luz” de Santiago la más antigua creada en República Dominicana, cerró sus puertas por falta de recursos, pero realmente la presión de las autoridades era la causa principal de lo que estaba aconteciendo. El mecanismo para obligarla a cerrar fue la reducción de los recursos que el Estado aportaba a la institución. La dictadura de Trujillo se fue imponiendo a través del chantaje, la manipulación, la represión, y del miedo, y las sociedades fueron desapareciendo mientras algunos de sus líderes iban a la cárcel, morían en los centros de torturas, o se iban integrando al gobierno[26]. Las actividades fueron desapareciendo, la resistencia se hizo imposible y al final, a los intelectuales y profesionales solo le quedaba como alternativa la conversión y emigrar al extranjero.
Para que se tenga una idea de hasta donde llegaba la presión de la dictadura contra las instituciones que no se plegaban a sus designios, veamos el siguiente caso: En el periódico La Información se anunció que a la insigne educadora de Santiago Ercilia Pepín, la cual había sido cancelada de la dirección del Colegio de Señoritas México por entenderse como enemiga del régimen, se le iba a hacer un homenaje. La información provocó que el 23 de marzo de 1933, la “Logia La Libertad” publicara un suelto aclarando que era falso que “todas las logias Masónicas del Oriente Nacional se adherían al homenaje propuesto por un Cuerpo Masónico de Santiago, a favor de la Señorita Ercilia Pepin”, desmintiendo “categóricamente tal afirmación, pues la Respetable Logia “Libertad No. 20 que forma parte de esa Masonería Nacional” no tiene conocimiento de tal cosa[27].
El venezolano Horacio Blanco Bombona, quien tuvo la gallardía de tocar temas que ya muchos informadores temían abordar, y por lo que en varias ocasiones fue presionado por las autoridades, informó en 1934, del cierre del ciclo:
“Hace dos o tres años que se notaba en el país una gran actividad cultural. Frecuentemente en centros sociales como el “Club Nosotras”, “Acción Cultural”, “El Ateneo”, se dictaba conferencias, muchas veces interesantes, a las cuales concurría un numeroso público ávido de conocimientos. Llegamos a alentar grandes esperanzas ante tal panorama. Pero no sabemos lo que nos ha sucedido. “Acción Cultural cerró ya sus puertas. El Ateneo está en estado cataléptico. Se sabe que tiene un local en la calle Colón; pero no se sabe otra cosa. El Club “Nosotras” ha cesado sus desinteresadas actividades culturales y cuando tiene ahora algún acto, el público no asiste. La Casa de España ha logrado hacer dictar una conferencia mensualmente en sus salones. Pero no se descubre en la asistencia el entusiasmo de años anteriores, por tal clase de actos. Esperamos que el empuje cultural de la sociedad dominicana cobre nuevos bríos. No hay razón para que nos halla embargado tanto desaliento”[28].
Principales Instituciones culturales y gremiales de la República Dominicana, 1930-1942
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Nombre Lugar
Acción Cultural Santo Domingo
Ación Feminista Dominicana anto Domingo
Asociación de Artes Graficas Santo Domingo
Asociación Beneficiada Unión Dominicana Santo Domingo
Asociación de Abogados Santo Domingo
Asociación de Amigos de la Rep. Dominicana Santo Domingo
Asociación de Azucareros y Químicos Azucareros San Pedro de Macorís
Asociación de Cafeteros Dominicanos Santo Domingo
Asociación de Estudiantes de Medicina Santo Domingo
Asociación de Estudiantes Normalistas Santo Domingo
Asociación de Estudiantes Universitarios Santo Domingo
Asociación de Farmacia Santo Domingo
Asociación de la Prensa Santo Domingo
Asociación de Maestros Santo Domingo
Asociación de Minerales Santo Domingo
Asociación de Padres y Amigos de la Escuela
de S. Cristóbal San Cristóbal
Asociación de Periodistas de Santiago Santiago
Asociación de Periodistas Santo Domingo
Asociación Feminista Dominicana Santo Domingo
Asociación Ganaderos del Cibao Puerto Plata
Asociación Herniquillo Santo Domingo
Asociación Maestros del Cibao Santiago
Asociación Medica Dominicana
Asociación Nacional de Estudiantes Universitarios Santo Domingo
Asociación Nacional del Magisterio Santo Domingo
Asociación Padre Billin Santo Domingo
Asociación pro-Refugiados Santo Domingo
Asociación Universitaria Santo Domingo
Casa de España Santo Domingo
Centro del Recreo Santiago
Club 19 de Marzo Azua
Club Concordia Santo Domingo
Club de Artesanos Santo Domingo
Club de Damas de Montecristi Monte Cristi
Club de Damas Santiago
Club de Industriales y Artesanos Santo Domingo
Club de la Playa Santo Domingo
Club de Motociclístico Santo Domingo
Club del Comercio Puerto Plata
Club del Comercio Santo Domingo
Club del Ejército Santo Domingo
Club Deportivo Altagracia Santo Domingo
Club Esperanza San Francisco de Macorís
Club Hicayagua Santo Domingo
Club Militar Santo Domingo
Club Náutico Generalísimo Trujillo Santo Domingo
Club Náutico del Ozama Santo Domingo
Club Nosotras Santo Domingo
Club Presidente Trujillo
Club Presidente Trujillo Santo Domingo
Club Quisquella Mao
Club Rotario de Santo Domingo Santo Domino
Club Santiago Santiago
Club Trujillista Santo Domingo
Club Unión Santo Domingo
Country Club Santo Domingo
El Ateneo Santo Domingo
Federación de Clubes de Mujeres Santo Domingo
Presidente Trujillo Beach Club Santo Domingo
Sociedad Alianza Cibaeña Santiago
Sociedad Amantes de la Luz Santiago
Sociedad Atenea Santo Domingo
Sociedad El Paladión Santo Domingo
Sociedad Plus-Ultra Santo Domingo
Tennis Club Azua
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Desaparición de las Sociedades culturales
La desaparición del “Club Nosotras” estuvo relacionado con la fundación de la Sociedad “Acción Feminista Dominicana”: En mayo de 1931 esta sociedad celebró una reunión, que fue destacada en la página principal del periódico La Opinión, “con el objeto de celebrar un cambio inicial de impresiones en relación con el propósito de constituir un grupo femenino que se denominará “Acción Feminista Dominicana”. Aunque las damas que se reunirán pertenecen muchas al “Club Nosotras”,–dice una nota aparecida en La Opinión–, se trata de una organización distinta, que no tiene nada que ver con la esfera de acción de aquella institución femenina, que es de pura acción cultura.. La Acción Femenina Dominicana, según nos ha explicado una de las iniciadoras, no tiene nada que ver con la política y ni tampoco aspirará por el momento nada relativo al status político de la mujer. Su radio de acción, será la asistencia social, y así, luchará contra el alcoholismo, por la protección a la ancianidad desvalida a la infancia, y su propósito esencial es realizar campañas y actuaciones a favor de todos los desmamparados de la sociedad.” [29] En aquellos días el “Club Nosotras” había logrado rotundos éxitos con la celebración de un conjunto de actividades que giraron en torno a la visita de Gabriela Mistral en junio de 1939[30].
En el local del “Club Nosotras” se reunió y quedó constituida la “Acción Femenina” y eligieron su Junta Directiva[31], integrando a muchas de las mujeres de “Nosotras”. Con el tiempo la sociedad de damas fue cayendo en el letargo hasta que su directiva, entre la que se encontraba Abigail Mejía, convocó a sus socias activas a una asamblea extraordinaria con el fin de conocer la disolución de la entidad y liquidar sus bienes, como aconteció definitivamente en octubre de 1935[32].
En 1933 fue clausurado, sin mucha explicación, el “Centro de Dependiente”, lo que La Opinión consideró como lamentable: “una sensación dolorosa en todos los círculos capitaleños. Este Centro de jóvenes había llegado a contar con más de 500 miembros y sus actividades tuvieron momentos de gran entusiasmo. Había vivido ya cuatro años o más y parecía que había llegado ya a una condición en que sus existencia estaba asegurada”. (…) Para entrar a él nunca se exigieron cartas de aristocracia ni patentes de raza”.[33]
Un caso con el que podemos tipificar la situación de las sociedades durante la dictadura de Trujillo, es el del “Club Unión”, fundado en 1892 durante la dictadura de Ulises Heureaux, como centro de esparcimiento de las clases más pudientes de la capital dominicana. Con una membresía exclusiva y cuarenta años de existencia, se había constituido en la institución más importante en las primeras décadas del siglo xx, y acumulado suficientes recursos para financiar sus actividades.
El rumor no confirmado apuntaba a un conflicto con el que luego sería presidente de la República, por supuestamente habérsele negado su ingreso como miembro del “Club Unión”. La oportunidad del desquite contra la afrenta surgió en medio de la crisis provocada por el ciclón de San Zenón cuando el Congreso otorgó al gobernante poderes extraordinarios para tomar medidas económicas que permitieran salir de la situación creada por la terrible tempestad.
El público enfrentamiento del mandatario con el “Club Unión” se inició cuando la institución no pudo entregar sus fondos disponibles, unos $22 mil pesos y el gobierno dio un decreto exigiendo esos fondos en calidad de préstamo, pues la tesorería del Club había prestado el dinero y para otros fines.[34] El gobierno denunció la situación como de irregularidad en el manejo de los fondos, pues se los habían prestado a la firma De Lemas Sucesores, en la que trabajaba el tesorero, señor Ramón Espinal. Otros 100 mil pesos de la institución habían sido prestados con garantía hipotecaria.
A partir del conflicto, por el gobierno no poder utilizar los fondos del Club, se desató una lucha que sólo va a finalizar con el cierre de la Sociedad:
El 2 de mayo de 1931 el “Club Unión” convocó a todos sus miembros activos a una asamblea general extraordinaria, para celebrarla en el local del “Club Nosotras” y tratar asuntos relacionados con el Fondo de Reserva de la institución[35], pero la asamblea no pudo realizarse por la “falta casi completa de quórum, convocándose nuevamente para celebrarse el 6 de mayo”. De acuerdo a sus estatutos la asamblea podía realizarse con la totalidad de los que asistieran y se publicó el motivo relativo al edificio y la entrega de acciones a los miembros que contribuyeron con el fondo del mismo El día previsto se celebró la reunión y Ramón O. Lovatón propuso dar voz y voto a los socios pasivos en todas las deliberaciones que afecten el fondo de reserva.
A partir de ese momento, la humillación ante el mandatario fue permanente. A raíz de su regreso de la ciudad de Santiago, donde había trasladado la sede del gobierno, el Club convocó a todos los “Centros sociales” para organizar una recepción al presidente Trujillo para “tributarle una brillantísima recepción, en la cual tomaran parte elementos de todas as clases sociales, todas las organizaciones que representan algún valor en la sociedad, los centros recreativos, y otros. (…). Con motivo de su reintegro a la vida capitaleña”
El 6 de mayo de 1931 el Club aprobó el préstamo solicitado por el gobierno ascendente a $ 22,394.00 con el fin de aumentar el fondo de la “Cruz Roja Nacional” a raíz del ciclón de San Zenón[36] y en el mayo de 1933 volvió a reunirse para tratar sobre la liquidación del Fondo de Reserva. Desde antes de esa fecha la institución buscaba formula para apaciguar la irritación del presidente de la República: el 5 de febrero celebró un ágape cordial con la asistencia de Trujillo, el 6 de mayo la asamblea aprobó el préstamo al gobierno, el 30 de noviembre le dedicó el baile de San Andrés, y el 16 de octubre de 1932 celebró un baile de etiqueta en su honor.
Aún así comenzó una aplastante campaña de descrédito contra los directivos de la tradicional institución. El 27 de agosto de 1931 el periódico La Opinión comentó que el “Club Unión” estaba en un espíritu de “letargo y monotonía”, (…) no dando notación de su existencia, mientras las otras asociaciones vibran y dejan sentir su nota vital en el ambiente, a pesar de estar a una distancia muy remota, en potencialidad económica, al borbónico centro de la calle Separación. (…) Pareciendo que los directivos del centro no actúan según el temperamento del ambiente, sino según su humor personalísimo”, además de que sus bailes resultan monótonos y cansones.[37].
A finales de 1932 ya el “Club Unión” se había doblegado antes el gobierno, pasando Trujillo a darle el último golpe el 8 de noviembre cuando fueron celebradas las elecciones para elegir la directiva que habría de regir sus destinos durante el año 1933. La Opinión motivó los planes para llevar a la presidencia del centro al General Rafael L. Trujillo, propuesta que “ha sido recibida con un gran entusiasmo por todos los socios, que ven así segura la realización del ideal acariciado por tanto tiempo de que el Club resurja del languidecimiento en que ha estado en los últimos años”-
Trujillo fue electo sin estar presente, con la totalidad de los votos de los miembros activos, ya que los directivos que se proponían reelegirse decidieron retirar sus candidaturas: “La candidatura relacionista había sido retirada al aparecer la del Presidente Trujillo que es signo de vida nueva y de indiscutible progreso”. La falsa fue reseñada por La Opinión, al informar que la asamblea eligió por “aclamación, triunfante la candidatura en que aparece el Presidente Trujillo como presidente”, pero que el licenciado. Logroño pidió que la elección fuera hecha como mandaban los estatutos, por lo que todos “a unanimidad votaron por la candidatura” de Trujillo y sus más cercanos seguidores entre los que se encontraban Ernesto B. Freites, Jacinto B. Peynado, Hipolito Dubreil, Osvaldo Báez Soler, Alfredo Ricart Olives, Max Henríquez Ureña, Teodulo Pina Chevalier, R. Paino Pichardo, Felipe Vicini, Julio Ortega Frier, J. M. Bonetti Burgos, Francisco A. Benzo, Arturo Logroño y el coronel Federico Fiallo.
Al momento de ser “electo” Trujillo se encontraba en San José de las Matas, por lo que se le envió un cablegrama informándole: “Acabamos de elegirle Presidente del Club Unión por voto unánime”. Pero Trujillo no conforme todavía, asumió la presidencia al mismo tiempo que se informaba de la constitución del “Club Presidente Trujillo” y de la donación de 100,000 pesos hecho por el dictador para la construcción de su local.
Mientras tanto el “Club Unión” era tomaba como plataforma para exaltar la figura del dictador y de su familia: el 24 de octubre de 1933 celebró un baile en homenaje a Trujillo, el 6 de abril se informó del entusiasmo de los festivales dedicados a los esposos Trujillo-Molina, el 10 de ese mes los “bellos rasgos de la directiva del “Club Unión”, al obsequiar a los niños pobres en nombre de Ramfis”, pero en septiembre de 1934 comenzó el final. El. 27 se informó sobre la liquidación de los fondos del Club, el 6 de noviembre el cambio de directiva y el 2 de mayo de 1935 su definitiva desaparición[38].
Todos los socios y los recursos, incluyendo el mobiliario del Club pasaron a formar parte del “Club Presidente Trujillo” y aunque el historiador Robert D. Crassweller explica que no fue a ese club sino al de la Juventud que se traspasaron sus bienes[39], realmente resultó del interés de los funcionarios y del propio Trujillo que un Club que llevara su nombre se constituyera en el más exclusivo de la República Dominicana.
Como habíamos dicho, a partir de 1935, la sociedad dominicana comenzó a rendirse ante los intereses socio-políticos de Trujillo. Juan Isidro Jimenes Grullón lo explica diciendo que la intelectualidad y los burgueses se convirtieron en pilares del régimen, accediendo gustosos a sus demandas y formando “ellos ficticias asociaciones para brindar homenajes, celebrar los natalicios del dictador, o construirle estatuas. En sus centros sociales, la tiranía recibe los más esplendidos agasajos”[40]Pero desde antes, las más destacadas instituciones del país compitieron para demostrar su adhesión al tirano, y los que no auspiciando esas actividades y se mostraron sumisos ante el dictador, terminaron desapareciendo.
Como ejemplo de ésto existe una larga lista que demuestra hasta donde la sociedad se inclinó fervorosa ante los pies del dictador. Por ejemplo, el 7 de julio de 1938 fue fundada la “Sociedad Pro-Arte Naciona” con la finalidad “de cooperar intensamente con el Generalísimo Trujillo en el auge de la cultura dominicana”. El cuadro que presentamos a continuación es una muestra de la situación vivida por las sociedades durante la dictadura de Trujillo:
Las Sociedades y sus vínculos con la dictadura de Trujillo[41]
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Nombre Fecha Actividad
Club de Damas de Stiago. 21 de mayo de 1931 Baile a la esposa de Trujillo
Country Club 21 de julio 1931 Baile en honor a Trujillo
Club 19 de Marzo de Azua 24 octubre 1932 Diploma a Trujillo
Club Quisqueya de Mao diciembre de 1932 Baile a Trujillo
Club Santiago 23 diciembre 1932 Homenaje Flor de Oro Trujillo
Clubes Trujillistas Diciembre 1932 Fundación
Club Santiago Diciembre 1932 Trujillo electo su presidente
Club 2 de Julio 3 enero 1933 Trujillo electo presidente
Sociedad Fe en el Porvenir
de Puerto Plata 17 enero 1933 Trujillo socio de honor.
El Porvenir, S. Cristóbal mayo 1933 Cambio a Club Presidente Trujillo
Club Esperanza
De San Francio de M. 27 marzo 1933 Baile honor a Trujillo
Asociación de Damas
de San Pedro de Macorís 16 mayo 1933 Apoyo reelección Trujillo
Country Club 4 julio 1933 “Bridge-lunch” a primera dama
Soc. Recreativa Ramfis 15 agosto 1933 Fundación
Asoc. Maestros del Cibao 5 octubre 1933 Banquete honor a Trujillo
Club Comercio Monte Cristi Octubre 1933 Baile a Trujillo
Club Concordia 5 marzo 1934 Entrega de copa a Trujillo
Club de Artesanos 18 marzo 1934 Homenaje a Trujillo
Club Industriales y Artesanos 20 marzo 1934 Homenaje a Trujillo.
Club Nosotras 3 abril 1934 Velada infantil homenaje a Ramfis
Club Damas de Monte Cristi 14 mayo 1934 Bienvenida Ricardo presidenta
Club Damas de Santiago 24 octubre 1934 Festival a esposa de Trujillo
Club Presidente Trujillo 6 de marzo 1935 Fundación
Presidente Trujillo Beach Club 17 de mayo 1935 Fundación Club
Club Náutico Generalísimo Trujillo 27 mayo 1938 Incorporación
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El proceso que llevó a la disolución y la entrega de las organizaciones más representativas de la sociedad dominicana, perduró hasta la muerte del dictador el 30 de mayo de 1961. Al finalizar el régimen dictatorial y el advenimiento de un clima de libertades desconocidos por la mayoría de los dominicanos, comenzaron a resurgir los gremios, los clubes barriales, las agrupaciones culturales y las asociaciones profesionales alejadas de los intereses de los partidos y del Estado dominicano y facilitando el surgimiento de la que en un proceso lento pero permanente, se ha constituido en casi cincuenta años de historia, en la lo que hoy conocemos como “Sociedad Civil”.
Bibliografía utilizada sobre la Sociedad Civil
Libros:
Cassá, Roberto. Movimiento obrero y lucha socialista en la República Dominicana. Santo Domingo, Fundación Cultural Dominicana, 1999.
Crassweller, Robert D. Trujillo: la trágica aventura del poder personal. Madrid, Editora Bruguera, ….
Galíndez, Jesús de. La Era de Trujillo. Edición dominicana. Santo Domingo, Letra Grafica, 1999.
Infante, Fernando. La Era de Trujillo. Santo Domingo, Editora Collado, 2007.
Jimenes Grullòn, Juan Isidro. La República Dominicana: análisis de su pasado y su presente. Santo Domingo, Editora Nacional, 1974.
Mejía, Luís F. De Lilis a Trujillo: historia contemporánea de la República Dominicana. Santo Domingo, Editora de Santo Domingo, 1976.
Paulino Ramos, Alejandro. El Paladión: de la desocupación a la dictadura. Santo Domingo, Academia de Historia, (inédita), 2003.
Rodríguez Demorizi, Emilio. Sociedades, cofradías, escuelas, gremios y oras corporaciones dominicanas. Santo Domingo, Editora Educativa Dominicana, 1975.
Silfa, Nicolás. Guerra, traición y exilio. Barcelona, Nicolás Silfa, ….
Periódicos y Revistas:
Periódico La Opinión, 1927-1942
Periódico Listín Diario, 1915-1944.
Revista Bahoruco, 1931-1935.
Revista Blanco y Negro, 1917-1925
Revista La Cuna de América, 1932.
Revista La Opinión, 1923-1927
Notas Bibliográficas:
[1] La constitución de esta sociedad apareció en el periódico liberal El Dominicano numero 13, del 13 de junio de 1846, y entre sus fundadores se encontraban Manuel María Valencia, Félix María Ruiz, y José María Serra,, vinculados a La organización que fundó Juan Pablo Duarte, “La Trinitaria”.
[3] “Amigos del Progreso”, Baní 1895; “La Propulsora del Progreso”, Seibo 1899; “Fe en el Porvenir”, Puerto Plata 1889; “Amantes del Progreso”, San Francisco de Macorís, 1894; “Sociedad El Progreso”, Santiago 1883; “Amantes del Progreso”, Santo Domingo 1874. Véase: Emilio Rodríguez Demorizi, Sociedades, cofradías, escuelas, gremios y otras corporaciones dominicanas. Santo Domingo, Editora Educativa Dominicana, 1975, pp. 13-61.
[4] Fundada en La Vega, Moca, Puerto Plata, San Francisco de Macorís, Santiago, en 1875; Monte Criste, 1876. op. Cit. .
[5] También fueron importantes durante la dictadura, organizaciones de ayuda mutua que perseguían el bienestar de sus asociados, como fueron “La Sociedad de Socorros Mutuos La Altagracia”, Santo Domingo (1891), la “Sociedad Benéfica de Damas Dominicanas”, también fundada en Santo Domingo en 1893, la “Sociedad de Damas Rosa Duarte”, Santo Domingo (1897), y “Sociedad de Damas Duarte”, fundada en Santo Domingo para promover la estatua del patricio Juan Pablo Duarte en 1898.
[6] “Aunque los gremios representaban una forma de asociación de trabajadores, su origen en el país, durante la dictadura de Ulises Heureaux (1886-1899) se asocia en gran medida a la conveniencia del poder autocrático para reglamentar actividades de interés público”. Véase: Roberto Cassá, en Movimiento obrero y lucha socialista en la República Dominicana, Santo Domingo, Fundación Cultural Dominicana, 1990. p. 77.
[7] “Club del Comercio”, Santo Domingo (1890) el “Quisqueya”, Samaná (1895), “Club de Amigos” (1894), y “Club Infantil” (1895), en San Carlos, “Club Festivo”, en Santiago (1896), “Club Ozama”, Santo Domingo (1896), “Club Nueva Juventud”, Santo Domingo (1896), “Club Banquete”, (1897) y “Club Santiago” (1899).
[8] El nombre de la “Unión Nacional Dominicana” fue luego retomado en 1920, para exigir la desocupación de la República Dominicana por las tropas norteamericanas que habían ocupado militarmente el país desde 1916.
[9] La “Sociedad 8 de Febrero” constituyó el primer esfuerzo para la organización de la sociedad que luego se llamó, “El Paladión” y que exigió la desocupación militar americana en el período 1916-1924. A ella pertenecía Ricardo Ricart, Cristian Lugo y Francisco Prats-Ramírez.
[10] Véase Alejandro Paulino Ramos, El Paladión: desde la ocupación militar a la dictadura de Trujillo, Santo Domingo, Academia Dominicana de la Historia, 2003.
[11] Las “Juntas Nacionalistas” comenzaron a aparecer en la región del Cibao, comenzando por San Francisco de Macorís, Santiago, Tamboril, Puerto Plata y Moca, celebrándose en esta última la primera protesta pública planificada por la Junta contra la Ocupación. La primera “Junta Nacionalista” se instaló en la residencia de Manuel María Castillo, en San Francisco de Macorís, el 1º. De diciembre de 1919, por iniciativa de Luis F. Mejía, con el propósito de “luchar por todos los medios por la restauración de nuestra independencia absoluta”
[12] La “Gran Liga Nacional Dominicana”, instalada en acto publico celebrado en el Parque Colón en julio de 1921, con la celebración de un acto patriótico evidentemente nacionalista
[13] La “Hermandad Comunal Nacionalista” surgida en Puerto Plata en 1919, dirigida por José Eugenio Kunhardt. Su objetivo era trabajar “con entusiasmo por la organización social de su arte y el mejoramiento de la clase obrera en general, pero se destacó en la lucha nacionalista de entonces.
[14] Véase “Credo del Paladión”, revista Blanco y Negro, No.304, 28 Noviembre 1925.
[15] Véase Estatutos de la ANEU. Santo Domingo: Montalvo, 1928.
[16] La “AISOC” se fundó en la ciudad de Santiago en 1929 y el régimen de Trujillo toleró su existencia hasta que dieron muestra pública de querer enfrentar la dictadura. En 1934, luego de que sus principales dirigentes se implicaron en la conspiración para ajusticiar al dictador cuando este visitara a Santiago, la institución fue desarticulada y muchos de sus miembros encarcelados. Para todo lo relativo a la “AISOC”, Véase a Roberto Cassá, op. Cit., pp. 219-231.
[17] “A pesar de que la dictadura iba asumiendo gradualmente controles crecientes sobre la vida social, todavía en los primeros años resultaba factible que grupos de opositores pudieran integrar organizaciones, siempre que éstas estuvieran al margen de propósitos subversivos.” Trujillo centró “su atención sobre los adversarios que juzgaba más peligrosos, provenientes del régimen anterior o de formaciones caudillistas otroras poderosas (…), hasta 1933 éste adoptó posiciones de relativa tolerancia hacia su existencia”. Véase a Roberto Cassá, op. Cit., p. 219.
[18] La primera crisis significativa de 2Acción Cultural” se manifestó el 2 de septiembre de 1931, cuando un grupo de intelectuales presentó su renuncia a la postulación de la Junta Superior Directiva de la sociedad. El sector trujillista se preparaba para asaltar y tomar la directiva, lo que llevó al Lic. Gilberto Sánchez Lutrino, Dr. Viriato A. Fiallo, L. A. Machado González y Carlos Larrazabal Blanco a tomar la decisión de renunciar de la sociedad: “Esta determinación nuestra la ha provocado la circunstancia de que se le haya dado al proceso eleccionario un carácter que nunca estuvo en nuestra intención mantener.”
[19] “Acción Femenina Dominicana” apareció el 16 de mayo de 1931 planteando como objetivos fomentar bibliotecas, luchar por la mejoría de la mujer, y celebrar conciertos, exposiciones y conferencias.
[20] Días después de la constitución de la “Acción Cultural”, comenzó a operar, a principio de agosto de 1931, el “Ateneo Dominicano”. La reunión fundacional fue celebrada en el Salón de Actos de la Universidad. Sus principales directivos fueron: Enrique Henríquez, Lic. M. de J. Troncoso, Dr. P. E. de Marchena, Lic. Francisco J. Peynado, Lic. Max Henríquez Ureña, Dr. Eduardo Soler, Lic. Armando Rodríguez, Felipe Vicini y Juan Tomás Mejía. El acto fundacional contó con la presencia del presidente Rafael L. Trujillo.
[21] La “Asociación de Instrucción y Socorro para Obreros y Campesinos” quedó organizada en Santiago de los Caballeros, el lunes 8 de junio de 1931. El presidente electo fue Ramón Vila Piola, y entre la directiva se encontraban el líder obrero Francisco Monte de Oca. Propugnaba por un “sistema más en consonancia con los adelantos de la época, en que actúa y triunfa, por sobre todas las injusticias sociales, el obrero universal, (…), por medio de cultos y devociones leales a las soberanas virtudes de la UNION, de la CONFIANZA y del AHORRO que son los cimientos estables de todas las organizaciones redentoras de la masas humildes y sojuzgadas de obreros”.
[22] Véase el Listín Diario del 25 de enero de 1931.
[23] Véase el Listín Diario, 24 de abril y 22 de junio de 1931.
[24] Su primer acto fue un “Vermouth Danzante”. Véase La Opinión 18 marzo 1933. Por otro lado, Robert D. Crassweller, en su obra Trujillo: la trágica aventura del poder personal, p. 121, lo llama “Club de la Juventud” y aclara que este nunca pudo superar en prestigio al ”Club Unión”.
[25] Revista Bahoruco No. 116, septiembre 1933.
[26] Véase Revista Bahoruco No 132, 18de febrero 1933.
[27] 23 marzo 1933, La Opinión
[28] Revista Bahoruco No 211, 8 septiembre 1934.
[29] La Opinión, 14 mayo 1931.
[30] Gabriela Mistral llegó a Santo Domingo el 17 de junio y se marchó el 1931: “Las mujeres dominicanas han obtenido su primer éxito sensible al conseguir la visita a esta ciudad de la ilustre poetisa, escritora educacionista chilena Gabriela Mistral, quien ha llegado esta mañana por la vía aérea”. Véase La Opinión 17 y 19 de junio de 1931.
[31] Hablaron Gladys E. de los santos y María Patín Pichardo. La directiva estuvo formada por: Consuelo González de Suero, directora; Abigail Mejía, Sub-directora; Gladys E. de los Santos, Secretaria general, Celeste Wons y Gil, tesorera. Además, fueron electas: Isabel Vda. Pellerano, Mercedes Laura Aguiar, María Patin Pichardo, Mercedes Amiama B., Floralba Bencosme, Amada N. de Pitaluga, Elpidia Gautier, Carmen Rodríguez G., Milady Félix Miranda, Ángela de los Santos, Patria Mella Delmonte y hablaron en el acto de fundación los estudiantes Guido Despradel Batista y Federico Aybar. La Opinión, 15 mayo 1931.
[32] Listín Diario 16 de octubre de 1935.
[33] La Opinión, 20 junio 1933.
[34] La Opinión, 4 de octubre de 1931.
[35] La Opinión, 2 mayo 1931)
[36] La Opinión, 22 mayo 1931
[37] La Opinión, 27 de agosto 1931
[38] Robert D. Crassweller, en Trujillo: la trágica aventura del poder personal, Barcelona, Editorial Bruguera, 196…, p. 121 explica la desaparición del ·Club Unión” de la siguiente manera: “El zarandeo contra los poderosos proseguía entretanto en otro nivel, en el nivel estrictamente social, y así le tocó también el turno al Club Unión. El 8 de noviembre de 1932, Trujillo fue elegido presidente de la ya condenada institución. Todos los socios fueron transferidos a una nueva organización, creada con ese propósito, el Club de la Juventud, para el cual se había procedido durante algún tiempo a construcción de un edificio. Trujillo continúo como presidente. El local del Club Unión, tan evocador de nostalgias y de antiguos lustros, fue cerrado, y poco después arrasado, sin que quedaran rastros del mismo.
[39] Op. Cit., p. 121
[40] Juan Isidro Jimenes Grullón, La República Dominicana: análisis de su pasado y su presente, Santo Domingo, Editora Nacional, 1974, pp. 194-195.
[41] Fuente: Periódicos Listín Diario y La Opinión, 1930-1942.
(NOTA: Ensayo publicado en el libro: MUDE, “La Sociedad Civil dominicana: contribución a su historia”. Santo Domingo, MUDE, 2010, pp. 27-49).
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